Más de lo mismo

De fútbol hay muy poco para hablar. Lo que se vio en Munro es igual a lo que el hincha de Temperley ha visto en los últimos meses. Para una crónica se puede recurrir a casi cualquiera de estos partidos y cambiar los nombres de los protagonistas.

Fue esta la primera derrota de la era Adrover. Solo una anécdota, ya que el Temperley que perdió 2 a 0 frente a un Colegiales que le hizo precio, es la continuidad de un proceso que parece no tocar fondo que se inició con el ciclo Dabrowski.

Pasó el Polaco con sus espaldas anchas de ídolo hinchadas en el setenta y pico por ciento de los votos; el intrascendente Tanucci; Duró, con refuerzos a granel y finalmente llegó Adrover de la mano de Rezza para hacerse cargo de toda esta pesada herencia.

Sería de masoquista regodearse con el “te lo dije”, cuando duele en carne propia, pero salvando contadas o interesadas excepciones, todos sabíamos y coincidíamos en la tribuna que el haber dejado ir a jugadores rendidores con la llegada de la nueva conducción política al Club (caso Quiñónez; Farina; Acosta; Pages; Jesús Díaz; etc.; etc.), era un error que dejaba al equipo sin su base; que el mentado “campeonato económico” mandando a los pibes a la parrilla no era un proyecto de inferiores sino un invento para tratar de tapar el error anterior de haber limpiado a la base del equipo, que perjudicó a los pibes y dejó una campaña que se paga hoy en el promedio; que el manejo de todo el caso Cobelli fue patético, como si se boicotearan a sí mismos perdiendo uno de los pocos aciertos que podían exhibir en lo futbolístico; que la ida de Damiano era la antesala del fracaso de Dabrowski. Que la asunción de Tanucci, traído semanas antes para inferiores, no podía aguantar más de 5 fechas, que en realidad duplicó con un record de 1 triunfo; 2 empates y 7 (SIETE) derrotas, con 3 goles a favor y 18 (DIECIOCHO) en contra. La única forma de haber soportado 10 fechas con esos resultados era jugando afuera del Beranger y así se hizo. Había que llegar al fin del torneo y si había que hacerle contrato cuando su sentencia ya estaba firme se hacía. Y así se hizo.

Llegó el tiempo de Duró, con pretemporada y refuerzos. El campeonato económico (?) ya estaba ganado (?), por lo que el proyecto juveniles paso al olvido. A priori, el DT no parecía una mal elección, pero en solo 13 partidos pasaron representantes, o managers o vaya uno a saber qué, despechados anunciando el fracaso, porque que con solo (?) 17 refuerzos no alcanzaba; un técnico salvaguardándose (cuando ya las cosas pintaban mal) diciéndole a quien quisiera oírlo que él no había elegido a los jugadores; pedidos de “grandeza y de un paso al costado” de parte de quienes no deben conocer los espejos y la finalmente rauda salida de Duró ante lo claramente irreversible, evadiendo así su parte de responsabilidad que no es poca.

A este Temperley llegó Adrover. Un tipo serio y trabajador según quienes lo conocen, pero por más que venga con Rezza a sus espaldas, no tiene pergaminos conocidos para sacar adelante a este verdadero berenjenal que es un equipo muy bajo anímicamente; con refuerzos que no terminan de rendir; una hinchada a la que la paciencia se le acabó hace rato y ciclotímicos dirigentes (?) a los que las circunstancias les están pasando por arriba como una aplanadora sin que parezcan percatarse.

El fantasma del promedio que agitábamos “los agoreros de siempre” hoy nos hace correr frío por la espalda y su presencia es más constatable que en la película Poltergeist.

La salida es cada vez más complicada y las respuestas cada vez más difíciles, pero hay que estar atentos porque. como se decía popularmente en los tristes meses de la Argentina del 2001, nunca se toca fondo, siempre hay alguien que está dispuesto con la pala para seguir cavando.