Borrón y cuenta nueva

La derrota ante el intrascendente Armenio marcó el punto final a un campeonato que seguramente no será recordado en el futuro.

El equipo Celeste tuvo un arranque que hizo pensar que se estaba ante un punto de inflexión que finalmente no fue.
Es que poco a poco el buen desempeño del equipo se fue diluyendo y sobre el final de la primera etapa en una jugada impensada, un mediocampista local pateó al arco desde cuarenta metros y puso el empate.
En la segunda etapa todo siguió igual y no extrañó demasiado el dos a uno a favor del local ante la desorientación de Temperley, ni mucho menos el tercer tanto de Armenio que aún así resultaba exagerado.
Vivaldo intentó revertir la cosa, con el ingreso de Bazán Vera, pero no fue suficiente.
Algunos minutos después ingresó Sergio López, que luego convertiría el segundo gol Gasolero con un hermoso tiro libre que se coló el ángulo superior izquierdo del golero local y a poco del final Lucho Urzino, que reemplazó a Cano, terminó inclinar la cancha sobre el arco de los dueños de casa pero aún así no alcanzó.
En el cuaderno de notas quedan algunas apostillas: tres manos evidentes en el área de Armenio que no fueron cobradas por el juez del partido; los retos constantes del presidente de Armenio al arbitro y al línea del lado de la platea durante todo el partido; los reiterados codazos en la cabeza a Luis López ignorados en su totalidad por el arbitro son solo algunas.
Si bien tal vez no fue decisivo para el resultado del partido podemos decir que el primer gol de Armenio nace de una infracción inexistente cobrada a favor del local.
Tal vez lo más importante sea la definición de Jesús Díaz para Gambeta, “ahora comienza el octogonal y todo cambia, a partir de acá es borrón y cuenta nueva…”

Hugo Delgado